El cuarto de mi vida (Anne Sexton)
Acá,
en el cuarto de mi vida
los objetos siguen cambiando.
Ceniceros para llorar en ellos,
el hermano acongojado de las paredes de madera,
las cuarenta y ocho teclas de la máquina de escribir
cada una un globo ocular que nunca se cierra,
los libros, cada uno un concursante en un concurso de belleza,
la silla negra, un ataúd de perro hecho de Naugahyde,
los enchufes en la pared
esperando como una cueva de abejas,
la alfombra dorada
una conversación de talones y dedos,
la chimenea
un cuchillo esperando a que alguien lo recoja,
el sofá, exhausto con el cansancio de una puta,
el teléfono
dos flores echando raíces en su entrepierna,
las puertas
abriendo y cerrando como almejas de mar,
las luces
pinchándome,
encendiendo tanto el suelo como la risa.
Las ventanas,
las ventanas hambrientas
que clavan los árboles como puntillas en mi corazón.
Cada día alimento el mundo allá afuera
aunque los pájaros exploten
a derecha e izquierda.
También alimento el mundo acá adentro,
ofreciendo al escritorio galletas para cachorro.
Sin embargo, nada es solo lo que parece ser.
Mis objetos sueñan y visten nuevos atuendos,
obligados, parece, por todas las palabras en mis manos
y el mar que golpea en mi garganta.
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